domingo, 27 de abril de 2008

EL SINDICATO DE LOS PORTEROS


No se preocupen, pero tan sólo es un paréntesis referido al fútbol, ese elemento dominante en nuestras vidas y que nos recuerdan por la televisión a todas horas. Creo que mi enamoramiento con el fútbol concluyó cuando desde la Federación o la Liga Profesional decidieron que a cualquier jugador de campo se le podría asignar el número que quisiese, a contar del 2 al 24, más o menos. Long time ago. Desde entonces, mi relación con el fútbol ha sido como si se tratara de un amor a distancia: a veces la puedes ver, otras te urge unos temas pendientes, el sábado por la noche no te va bien, ese finde puede... A pesar de todo, me he fijado que últimamente los porteros tienen una vida discontinua en la titularidad, nada que ver con los tiempos de Arconada e incluso Zubizarreta, Buyo y demás, quienes encadenaban temporadas enteras sin que sus respectivos suplentes se les diera bola salvo en algún amistoso o uno de copa del Rey con un Tercera División. Y si no que se le pregunten a Jesús Mariano Angoy, quien puteado durante temporadas (pese a que era y sigue siendo suegro de Johann Cruyff, su entrenador en aquella era del dream team), a la sombra de Zubi, decidió probar fortuna en el rugby americano... Antes (me refiero a los años ochenta) esos porteros de titularidad indiscutible forjados, en su mayoría, en las canteras de la cornisa cantábrica, eran los más privilegiados del «circo del balón redondo»; sabían que eso de chupar banquillo no iba con ellos e incluso algunos, como Juan Carlos Ablanedo del Sporting de Gijón, le cedía a su hermano o a otro zaguero que le pegara un puntapié al esférico para sacar de puerta... claro, nadie podía protestar porque se había echado novia y era casualmente la hija del Presidente, don Vega Arango. Ablanedo duró bastantes temporadas hasta que se dieron cuenta que no llegaba al larguero con un simple brinco y se las colaban por todas partes. Eso, y una delantera roma acabaron por enviar al Sporting (uno de mis equipos favoritos) al pozo de la Segunda División... y hasta la fecha.
Pero ahora todos aquellos privilegios han espirado para la «clase business» del fútbol patrio, y no pasa jornada sin que se anuncie la suplencia del presunto portero titular, al que se le puede asignar el «1» o el «13» (mal fario): el «Pato» Abbondanzieri tras su cantada (La Traviata sería poco) frente el todopoderoso Bayern de Münich (de Oliver Kant, el «ogro», otro que en las postreras temporadas se mueve menos que un gato de escayola salvo un par de estiradas que tiene perfectamente estudiadas); la vuelta al ruedo de Leo Franco en el Atlético de Madrid y de Cañizares en el Valencia CF.... Lo única razón a tanto cambalache en la portería es que los guardametas, bajo manga de la Federación, se han constituido en sindicato y desde hace temporadas tocan repartirse los privilegios de pertenecer a uno de los colectivos que despiertan más envidias: si juegan en casa, hora y media tocándose los mismísimos con la excepción de tres o cuatro llegadas donde el portero generalmente no puede hacer nada.... Vamos, al menos eso es lo que suelen decir cuando salen del campo sin despeinarse mientras que sus compañeros buscan la ducha como agua de mayo.... Claro que siempre hay excepciones: «San» Iker Casillas (que los madridistas lo guardéis en gracia por los tiempos de los tiempos).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Celebro tus simpatías hacia el Sporting de Gijón. Es un club que siempre ha despertado las mías (como el Betis, la Real Sociedad, el Osasuna, el Milán, el Liverpool, la selección argentina y algún otro).
Me gusta tu manera de escribir, desenfadada, llamando a las cosas por su nombre.

Un fuerte abrazo.

The Fisher King

Anónimo dijo...

¿estas seguro de que el que menos "curra" en el campo es el portero?
ultimamente sobre todo los del barça, algunos hacen menos metros que el portero