miércoles, 25 de junio de 2008

BIBIANA LOS IGUALA... A MORÁN, TRILLO, ÁLVAREZ...

Desde los tiempos de la democracia es norma que en cada legislatura, indistintamente del partido que gobierne, se saquen de la manga algún ministerio o entre en escena algún ministro o ministra que acabe siendo el chascarrillo de improvisadas tertulias a pie de bar. A vuela pluma, tendríamos a Fernando Morán en los años 80, bajo la égida del PSOE de Felipe González, que sería motivo de innumerables chistes; a Federico Trillo y sus ya famosas frases que forman parte del acervo popular (con mayúsculas y minúsculas); a Magdalena Álvarez, persona non grata por tierras catalanas que ha dejado un rosario de desafortunadas declaraciones en torno a las vicisitudes de un AVE que llegaría a Barcelona con (pelillos a la mar) más de un lustro de retraso. Para esta recién inaugurada legislatura, Álvarez, cumplida su función para la que calcula pasará a la posteridad, ha quedado relegada a un segundo plano frente a su compatriota andaluza Bibiana Aído. Tres meses la han bastado para marcar las líneas de un Ministerio, el de Igualdad, que camina con paso firme para obtener la medalla al absurdo, al sinsentido, quizás sabiéndose su máxima responsable que es la única manera de ganarse una pequeña cuota de atención mediática. Veamos. Lo del teléfono para que los hombres con cuadros de violencia marcados pudieran llamar y dejarse llevar por los consejos de una voz femenina, cual canto de sirena, roza lo surrealista y lo esperpéntico. Seguro que esos «machitos» con medio centímetro de cerebro anotarán en su agenda personal el «número de la esperanza» a cobro revertido por parte del Ministerio de la igualdad; la duda es si lo harán antes de proferir insultos a su pareja o ex pareja, o después de lavar el cuchillo jamonero. Al final, una vez lanzado semejante globo sonda, los medios de comunicación se encargaron de poner el grito en el cielo y la sugerencia quedaría en agua de borrajas. Pero la cosa no acaba aquí. Discusiones semánticas al margen que volvieron a avivar el fuego de la polémica, la miembro del gobierno Bibiana Aído se descuelga estos días con la puesta en marcha de una Biblioteca de Mujeres (sic), en una iniciativa auspiciada por el Instituto de la Mujer. Si, han oído bien: la propuesta se encamina a crear distinciones dentro del mundo de los libros en función del sexo de quien los haya escrito. Han pasado treinta años de democracia para haber puesto fin a propuestas segregadoras de este tipo. La pueril justificación de Aído para tamaña memez es la de luchar contra «la invisibilidad de obras escritas por mujeres». Por esta regla de tres, cuando acuda a una biblioteca pública, por ejemplo, de la Diputació de Barcelona –por otra parte, excelente en su voluntad de servicio a su más de un millón de usuarios–, al no encontrar por la «V» ningún ejemplar de Kurt Vonnegut, apelaré a su «invisibilidad» con la intención de crear un foro o un manifiesto en apoyo del genial escritor de Minneapolis para escarnio del comité de selección de compras de la susodicha red de bibliotecas.
El otro día cogí prestado de una de las bibliotecas de la Diputació de Barcelona una antología de poemas de Emily Dickinson. La encontré entre obras de Yeats, Whitman, Allende y Espriu, entre otros. Ese es su espacio natural, ordenado alfabéticamente entre los nombres ilustres de la prosa y de la poesía. No conozco a nadie con dos dedos de frente que se niegue a leer un libro por haber sido escrito por una mujer. Es más y creo que eso nos pasa a los que solemos leer: no nos fijamos si es la voz de una mujer o la de un hombre la que nos habla, desde la autoría, al pasar la primera página del libro. Mercè Rodoreda, Ana María Matute, Patricia Highsmith, P. D. James o Margaret Atwood (premio Príncipe de Asturias 2008) son grandes por su condición de escritoras no por el mero hecho de ser mujeres. Y si Bibiana Aído no sabe distinguir esta cosa tan sencilla, ni será grande y flaco favor hará a las féminas que quieren ser reconocidas por su talento literario y no por su condición sexual. La dimisión podría ser una solución, pero si depende de Zapatero, no tardará en refrendarla públicamente, tal como había hecho con la malacitana Magdalena Álvarez. Sabido de antemano que continuará por tiempo indefinido, esperemos la última de doña Bibiana Aído: ¿qué tal una asignatura de flamenco (disciplina artística a la que había dedicado esfuerzos durante su etapa en la Junta de Andalucía) por eso de la igualdad entre payos y gitanos? Porque eso de la igualdad sirve para todos los órdenes de la vida, digo...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

...seguro que detras de esta mujer hay un gram hombre...a saber...

:)

Unknown dijo...

angelina detras de una gran mujer esta la esposa

Anónimo dijo...

esposo, sa.

(Del lat. sponsus).
1. m. y f. Persona casada.
2. m. y f. Persona que ha celebrado esponsales.
3. f. Am. Anillo episcopal.
4. f. pl. Pareja de manillas unidas entre sí con las que se aprisionan las muñecas de alguien.

Real Academia Española ©

Y esta si que es buena...
mujer.

(Del lat. mulĭer, -ēris).


1. f. Persona del sexo femenino.

2. f. mujer que ha llegado a la pubertad o a la edad adulta.

3. f. mujer que tiene las cualidades consideradas femeninas por excelencia. ¡Esa sí que es una mujer!

4. f. mujer que posee determinadas cualidades. Mujer DE honor, DE tesón, DE valor.

5. f. mujer casada, con relación al marido.

~ de campo.

1. f. La que con frecuencia se ejercita en la caza o en las faenas agrícolas.

~ de digo y hago.

1. f. mujer fuerte, resuelta y osada.

~ de gobierno.

1. f. Criada que tenía a su cargo el gobierno económico de la casa.

~ del arte.

1. f. prostituta.

~ de letras.

1. f. La que cultiva la literatura o las ciencias humanas.

~ del partido, o ~ de punto.

1. f. prostituta.

~ de su casa.

1. f. La que con diligencia se ocupa de los quehaceres domésticos y cuida de su hacienda y familia.

~ fatal.

1. f. Aquella cuyo poder de atracción amorosa acarrea fin desgraciado a sí misma o a quienes atrae. U. referido principalmente a personajes de ficción, sobre todo de cine, y a las actrices que los representan.

~ mundana.

1. f. prostituta.

~ objeto.

1. f. La que es valorada exclusivamente por su belleza o atractivo sexual.

~ perdida, o ~ pública.

1. f. prostituta.

pobre ~.

1. f. La de cortos talentos e instrucción.

2. f. La de poca habilidad y sin vigor ni resolución.

buena ~.

1. expr. rur. U. para llamar o dirigirse a una desconocida.

de ~ a ~.

1. loc. adv. Con sinceridad.

2. loc. adv. de igual a igual.

hacerse una ~.

1. loc. verb. Llegar a ser madura y responsable de sus actos.

2. loc. verb. ser mujer.

mujer.

1. interj. U. para indicar sorpresa o asombro, o con un matiz conciliador. ¡Mujer, qué susto me has dado! ¡Mujer, no te enfades!

ser mucha ~.

1. loc. verb. Ser admirable por la rectitud de carácter, por la integridad moral o por sus habilidades.

ser ~ una niña o adolescente.

1. loc. verb. Haber tenido la menstruación por primera vez.

ser toda una ~.

1. loc. verb. Tener valor, firmeza y fuerza moral.

tomar ~ un hombre.

1. loc. verb. Contraer matrimonio con ella.

□ V.


Pep: Gracias por tu inteligente comentario. Saludos.

Anónimo dijo...

Soy incapaz de encontrarle sentido alguno a dicha iniciativa. Es más: me parece discriminatoria para ambos sexos. La poesía de Rosalía de Castro -pongamos por caso- es rematadamente buena porque la autora de la misma es una escritora excepcional, no por el mero hecho de ser mujer. La creación artística femenina (veanse, por ejemplo, los hermosos lienzos de Olga Sacharoff, Eva Gonzalés, Marie Bracquemond o Gabrielle Münter) ha de ser reivindicada por otros cauces (exposiciones, lecturas, publicaciones, ciclos, muestras...). La diferenciación y la división no pueden conllevar nada positivo.