martes, 14 de abril de 2009

RADIO INSOMNIO 02. 35 A. M.: SINTONIZANDO CON LA VIDA

Los manuales de psiquatría recogen que el insomnio es un trastorno del sueño que suele afectar mayoritariamente a la población adulta. Pero, según mi propia percepción de las cosas, este trastorno que afecta a la conducta humana está lejos de remitir por muy diversas razones. La presión social, laboral, económica o derivada de la convivencia diaria provoca que muchas personas vean alterado su ciclo natural, dejándose llevar por un estado de permanente alerta, incapaces de conciliar el sueño a altas y tempranas horas de la madrugada. Es un sino de nuestros tiempos, del sentirnos constantemente con el aliento en el cogote que aquellas predicciones de futuro no se han cumplido, que aquel camino tomado no ha sido el adecuado o el revisar de contínuo en nuestra particular moviola que hubiera sido si... Sueños rotos que tantas veces ha encontrado al lado del reclinatorio de nuestros pensamientos un aparato que a lo largo de la jornada, para muchos, queda diluido entre un mar de artilugios que inundan nuestros hogares: la radio. Generalmente, una capa de polvo cubre su superficie por el mero hecho que solemos acudir a ella cuando la negra noche se apodera del cielo y, a través de un acto instintivo, pulsamos la tecla correcta (no siempre a la primera) para dejarnos llevar de la mano por la compañía que emana de sus ondas. Luego, cuando la luz diurna toma el mando, la radio regresa a su estado de abandono natural, arrinconada, como si quisiéramos silenciar esa voz cómplice que nos delata nuestro estado de insatisfacción cuando no de frustración. Es como si quisiéramos ahogar una realidad, un estado de las cosas que tan sólo parece tomar forma, corporizarse cuando nuestros ojos cobran una velocidad de vértigo en horario de madrugada. Esa fase R. E. M. que se quiebra inexorablemente al repercutir sobre nuestro subconsciente una mala elección o simplemente al imbocar el porqué no se han cumplido nuestros deseos. Algunos podrán esgrimir que a la radio le llueve la rivalidad de otros artilugios en otras tantas estancias de la casa, desde el ordenador con acceso a internet situado en un cuarto anexo al dormitorio, la televisión digital que presenta una oferta de decenas de canales, o la opción de visionar alguna serie de televisión o película en DVD que aún espera su momento para ser disfrutada en la comodidad del comedor libre de ruidos externos más allá del eco de alguna que otra trifulca conyugal o el ladrido de un can recluido en un balcón que le priva de la compañía de sus amos a la luz de la luna. Pero ninguno de estos aparatos podrá suplir la función de la radio porque está diseñada para esos momentos que el ser humano precisa de una privacidad, a modo de confesionario de nuestras súplicas, lamentos o simplemente para pasar revista a aquellos errores que hemos cometido con el fin de subsanarlos. Al sintonizar una determinada emisora no buscamos necesariamente esos temas que nos traen recuerdos, gratos recuerdos; es más, aquellos géneros musicales que brillan por su ausencia en nuestras particulares discotecas o en nuestros ipods tienen su razón de existir a nuestros oídos en semejante franja horaria. Con ello simplemente advertimos que se despliega de fondo una música que sirve para arroparnos y protegernos de nuestros pensamientos que imploran respuestas a cada minuto. Solo allí toma verdadera dimensión un aspecto que a menudo nos resulta esquivo a nuestro raciocinio: tomar las elecciones acertadas es la mejor de las terapias para combatir el insomnio. Sintonizar con la radio es sintonizar con lo más hondo de nuestros pensamientos, los que nos descubren de qué materia estamos hechos y donde se fraguan las decisiones que se revelan las más importantes de nuestras vidas.

1 comentario:

The Fisher King dijo...

Precioso escrito.

Gracias.