domingo, 3 de enero de 2010

OLAF STAPLEDON (1888-1950), A PROPÓSITO DE «JUAN RARO»


Al regresar sobre Juan Raro (1935), un libro que me había cautivado en su momento ―al inició de una década que se cerró hace unos días―, he podido constatar que esa primera «impresión» permanece intacta. Bien es cierto que para esta segunda lectura me he detenido en algunos aspectos que debí haber pasado por alto y que me llevan a la certidumbre que su autor, William Olaf Stapledon (1888-1950) no perseguía un refinamiento estilístico sino que su condición de escritor de primera clase dentro de la literatura británica del siglo pasado se debe a una perspectiva filósico-social que alcanzaría en grado sumo a influir en futuras generaciones de literatos e incluso científicos. Es una obra descargada de florituras que recoge el testigo de escritores de finales del siglo XIX en su querencia por alternar indistintamente voces en primera persona dentro del relato, la que corresponde al personaje que da nombre a la misma y el de un periodista que describe el meteórico ascenso al conocimiento infinito de quien se sabe un elegido entre centenares millones, un Homo superior.
Los movimientos políticos y sociales que se dieron en Alemania a principios de los años treinta no pasaron por alto para Olaf Stapledon, advirtiendo esa escalada hacia el totalitarismo que denunció en varios de sus ensayos y libros desprovistos del cuerpo de ficción de Juan Raro. Stapledon, quien se inspiró en el mito del «Superhombre» de Friedrich Nitzsche a la hora de tejer el sustrato filosófico de Juan Raro ―desde una lectura muy distinta a la que hicieron en su tiempo los ideólogos del nazismo―, nos relata en su masterpiece los distintos cambios de naturaleza de un chico que alumbra la idea de la creación de una raza humana superior a la del Homo sapiens. El concepto del viaje, de la aventura como señas de identidad comunes de los escritores de fantaciencia a caballo entre el siglo XIX y el XX ―Jules Verne, Herbert George Wells, etc.— aflora en Juan Raro de la mitad para adelante del libro. Nacido en la península de Wirral ―en las proximidades de Liverpool, la ciudad donde se emplearía en el servicio postal— seis años después que falleciera Charles Darwin, en Juan Raro se desprende un conocimiento previo por parte de Stapledon de la vida y milagros del naturalista británico. Tanto el Skid como el Beagle surcaron las aguas del Pacífico; el uno lo hizo desde la realidad mientras que el otro navío lo haría desde la desbordante imaginación de Stapledon, ese «hacedor de historias» que se alineó con el pensamiento filósofico opuesto a las sinergias autoritarias y totalitaristas que negaban el efecto de un aprendizaje calibrado en función de potenciar el individualismo. Intuyo que la obra de Stapledon ha sido vital para que ese árbol de infinitas ramas que compete a la ciencia-ficción hayan brotado con fuerza a lo largo de más de un siglo. Pero, a diferencia de algunas especies de árboles centenarios, la que pertenece a este género literario se sitúan fuera del alcance de la mirada de los humanos. Algunos escritores supieron escarpar en el terreno y observar en carne viva esas raíces de geometría irregular: tan sólo tomando como muestra este Juan Raro nos podemos apercibir que Arthur C. Clarke tuvo en Stapledon uno de sus ascendentes en la manera que El fin de la infancia (1955) o un buen puñado de sus relatos cortos y largos, se nutren de su contenido filosófico-especulativo; Philip K. Dick debió reparar en la idea de los seres con poderes telequinésicos para plasmarlo en los precongs de El informe de la minoría.
Juan Raro, interpreto, puede ser un buen acercamiento a la obra de Stapledon, que al menos por lo que concierne a sus piezas literarias con derivaciones hacia la novela han sido publicadas en su integridad bajo el paraguas de Minotauro. La última y primera humanidad (1930) ―dentro de la colección «Utopías»―, Hacedor de estrellas (1937) y Sirio (1944) completan el «cuadro» en el que se sustenta el prestigio de Stapledon, que el paso del tiempo ha reforzado y lo ha situado a rebujo de visionarios europeos como Jules Verne o George Orwell.
Invitación a ir al enlace de la web de Ediciones Minotauro referido a la obra publicada de Olaf Stapledon.

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