lunes, 7 de enero de 2013

«STEPHEN STILLS 2» (1971): LA PIEZA MAESTRA OCULTA DEL GENIO DE TEXAS

El pasado 3 de enero Stephen Stills cumplía su 68 aniversario. No han sido estos últimos años el mejor periodo vivido por Stills, quien por fortuna ha superado un cáncer. Frustrada a última hora una nueva reunión de los Buffalo Springfield no se sabe con qué propósito, el texano sigue participando en un rosario de discos en que deja patente su indiscutible talento armado a la guitarra y una voz cada vez más quebrada por efectos propios de la edad y una maltrecha salud. Al volver una y otra vez sobre esa «Golden Age of Rock», la que comprende la orquilla temporal de finales de los sesenta y finales de los setenta, casi coincidiendo con la fecha de cumpleaños de Stills me hice con el disco compacto Stephen Stills 2 (1971), del que desconocía hasta el momento su contenido, aunque algunos de sus doce temas me resultaban familiares. Varias escuchas han propiciado que crezca en mi fuero interno que esta obra hubiera merecido una mayor significación en el cómputo global de la historia de la música de rock de los 70 en su “afinación” bluesy. Aprovechando el tirón del disco epónimo de 1970, Atlantic Records añadiría el carácter nominal «2» en una suerte de díptico stillsiano que no llegaría a enraizar. Todo ello podría llamar a la sospecha que Stills nutría su nuevo álbum de descartes de su opera prima, dando así continuidad a una producción en solitario al abrigo de una reivindicación personal que contaría con una amplia lista de colaboradores de primer nivel. Muestra inequívoca que los de su gremio entendían que Stills, el ex cantante, compositor y guitarrista de Buffalo Springfield, por aquel entonces tuvo poco rivales en su capacidad de conformar un discurso musical fermentado en las dependencias del blues y del rock con aliño latino y country (preferentemente el corte “Know You Got to Run”) al presentarse frente a los comensales, esto es un público aficionado cada vez más exigente con los platos cocinados en tiempos del flower power y de mensajes ecologistas que cabalgaban a los lomos de la contracultura. A las antípodas del tratamiento musical empleado siete años más tarde por Yes en relación a "Don’t Kill the Whale", perteneciente al álbum Tormato (1978), otro mensaje ecologista se filtraría en las comisuras del rock a través de este Stephen Stills 2. La sección de viento toma las riendas de “Ecology Song” y define hasta qué punto una idea, un concepto musical adscrito al rock puede viajar en sentido al contrario al enunciado de sus letras. Unas letras que para esta segunda entrega en el erial de Stephen Stills alone, toparían con la censura franquista en la evaluación del contenido de la canción “Relaxing Town”, en virtud de su calado antimilitar.    Más allá del compromiso social administrado en algunos de los temas del disco que nos ocupa, Stephen Stills 2 emerge a mis oídos conforme a una pieza de enorme riqueza, en esos tránsitos a la guitarra que van marcando el paso de una voz portentosa que va moldeándose en un juego de armónicos que se elevan por encima de lo terrenal. Lógicamente, el disco gana en matices al acomodar un rosario de recursos instrumentales en cada uno de los temas que lo jalonan, mereciendo especial consideración la “diabólica” habilidad para construir en "Sugar Babe” un relato musical descrito sobre distintos timbres vocales de su propia cosecha. Reminiscencias de la corta pero productiva etapa Buffalo Springfield, del que asimismo Stills rescata el mainstream “Bluebird” para el tema de cierre del álbum en que vuelve a refulgir el saxo tenor de de Andrew Love, Sidney George y Ed Logan, y las trompetas de Wayne Jackson y Roger Hopps. Un broche de oro con aires de celebración para un disco que no tiene desperdicio de principio o a fin que, puestos a escoger un título más facultado para la reivindicación hubiera podido llamarse “Fishes and Scorpions”. Allí donde los guitarras de Mr. Stills y «Slow Hand» Eric Clapton dialogan mientras la voz del primero busca el acople pertinente para ofrecer en el resultado final de la ecuación una solemne lección de rock & blues o blues & rock. El orden de los factores no altera el producto, el de una obra proverbial encuadrado en los inicios de la década prodigiosa para tantos músicos de la cuerda de Stills, Nils Lofgren (recién salido de su participación en el álbum After the Gold Rush, obra de otro ex Buffalo, Neil Young), Clapton, David Crosby, Graham Nash, Dallas Taylor, los Memphis Horns y un sinfín de figuras en sus respectivos campos que hicieron parada en la segunda estación de la discografía personal e intransferible del gran Stephen Stills. Que lo disfrutemos por muchos más, amigo Daniel Ruiz, el hombre que mejor ha cartografiado la carrera profesional de Stills a través de su blog altamente recomendable ((http://stillsalone.blogspot.com.es) y en sus numerosos escritos sobre su músico favorito, con o sin “permiso” del «tío» Neil.





No hay comentarios: