martes, 12 de marzo de 2013

SHERYL CROW & LANCE ARMSTRONG: MENTIRAS ARRIESGADAS DE DOS «ÁNGELES CAÍDOS»

Hace unos dos meses, concretamente el 16 de enero de 2013, Lance Armstrong concitaba la atención de los espectadores de medio planeta al confesar en el programa de Oprah Winfrey la gran mentira en la que había vivido en razón del plan de dopaje que siguió con el afán de convertirse en un astro de la bicicleta. Armstrong debió aparcar momentáneamente esa soberbia y engreimiento que le caracterizan para dejar paso a un ejercicio de sinceridad y entonar un amago de disculpa por haber jugado sucio en un deporte, desde hace tiempo, bajo sospecha en que los rescoldos del dopaje parecen avivarse a tenor de los recientes descubrimientos de casos de empleo del ozono para transfusiones, indetectables en los controles llevados a cabo por organismos tales como la UCI (Unión de Ciclismo Internacional). Al rebobinar sobre esas páginas de oro que presuntamente había escrito el texano para la Historia del Ciclismo, contemplaba la imagen de la cantante y compositora Sheryl Crow subida en lo más alto del podio al lado de Lance Armstrong. Al destapar L’Equipe un hipotético asunto de dopaje que involucraba a US Postal y a su líder Lance Armstrong, Sheryl Crow saltaría a la palestra para negar la mayor y defender a su amado con el que proyectaba casarse y formar una familia. Al salir a flote la verdad, en cambio, Crow parece haberse evaporado del mapa y ha levantado un muro de silencio para blindarse de cualquier ataque que la pueda salpicar. Con la misma contundencia que defendía a ultranza a su prometido, Crow mejor hubiera tomado la determinación de entonar un mea culpa o reractarse ante los medios de comunicación que dejó en mal lugar. Pero su callada por respuesta se presume como un gesto que poco o nada habla a favor de su honestidad personal. Lamento especialmente esta actitud en una cantante que he admirado a través de una serie de trabajos de indudable calidad en su cuenta de resultados profesional. Al tirar de hemeroteca, Sheryl Crow queda retratada cuando replica, a preguntas del entrevistador de Interviú sobre la relación existente entre el ciclista y George W. Bush, que «Por favor, Lance no es un personaje político. Es tejano, pero no es un republicano en estricto término. Y jamás miente». Sin embargo, la “perla” ya la había soltado Crow unos instantes antes en el curso de la entrevista, al contestar con cierta arrogancia: «Yo soy la droga de Armstrong y ojalá que eso no cambie nunca. Hay cierta perplejidad en los franceses, que no admiten que un hombre que luchó contra el cáncer pueda ganar siete veces consecutivas el Tour. Pero yo he visto día a día cómo ganaba los dos últimos, porque no me separaba de Lance. Yo sé exactamente cuál es su única droga». Por mucho menos, personajes públicos y privados se han sentado en el banquillo para declarar en calidad de imputados. La mentira de Armstrong acabaría, pues, transfiriéndose a Sheryl Crow, quien mientras su marido se sometía a un concienzudo plan de dopaje —con vías de escape en forma de ausencias de algunas horas o días para que no le detectaran en los controles la EPO asimilada a su organismo— se inspiraba en su iron man para la composición de algunas de las canciones incluidas, a la postre, en su álbum Wildflower (2006). Más que flores salvajes serían coronas de espinas que llevaría el «hombre crucificado» primero por parte de la prensa, después por distintos organismos antidopaje y en tercer término la sociedad en su globalidad. A partir de hacerse pública esta gran mentira que se ha transformado en todo un torpedo impactando sobre la línea de flotación del ciclismo, Crow ha querido mirar para otro lado. No está mal para alguien que lo compartió todo durante un tiempo con un desalmado que buscaba el éxito a cualquier precio. A su manera, Sheryl Crow sigue viviendo una gran mentira al colocar una barrera sobre sus recuerdos en torno a aquellos años en compañía de Lance Armstrong, dejando filtrar tan solo los sentimientos amorosos. Para un servidor la hipótesis de la doble vida no cuela cuando el dormitorio de unos ricos pasa a ser una colchoneta y los constantes cambios de ubicación obedecen a pautas más propias de prófugos de la justicia. Bien que lo sabía, pero ella prefirió cantarle al alba, a la par que proyectaba en ese cielo galo la idea de formar una gran familia, junto a Lance, en un rancho texano. Allí estarían a resguardo de los focos de los insidiosos periodistas galos que seguirían mancillando el honor de Armstrong, aunque sin saber que los movimientos en la sombra definitivos para inculpar al laureado ciclista se cocían en la Oficina Antidopaje de los Estados Unidos. Ni tan solo la cortina de su organización a favor de la lucha Contra el Cáncer —una enfermedad que asimismo padeció Sheryl Crow pero de la que afortunadamente se recuperaría— ha valido para cubrir públicamente las vergüenzas del que fuera encumbrado en el primer puesto del tour en siete ocasiones y que acabaría siendo el farolillo rojo en cuanto a decencia y honestidad profesional. En Crow, Armstrong tuvo la "perfecta" encubridora. Mentiras arriesgadas para estos dos «ángeles caídos».  

Enlace a la entrevista íntegra de Interviú con Sheryl Crow en 2006:

http://www.interviu.es/entrevistas/articulos/sheryl-crow

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