martes, 16 de julio de 2013

«SEARCHING FOR A SUGAR MAN» (2012): VINIENDO DE LA REALIDAD

Sábado noche del día 13 de julio de 2013. En una de esas salas que para un servidor llevan camino de resultar entrañables, la de los cines Méliès, recupero en compañía de Esther un título que me llamaba la atención por la peculiaridad del personaje sobre el que pivota Searching for Sugar Man (2012). Oscar al Mejor Documental en la pasada edición de los Oscar, la propuesta orquestada por el sueco Malik Bendjelloul tributa en ese espacio que mixtura patrimonio musical y recorrido por una figura errática cuyo talento estuvo reñido durante un largo, casi eterno periodo del relato, con la realidad de una industria discográfica que lo “fagocitaría” de la carrera artística con arreglo a unas irrisorias cifras de ventas de sus dos únicos discos grabados en estudio. Convertido en un valor residual de la Industria, Sixto Rodríguez (1942, Detroit, Michigan), lejos de buscar amparo en labores de productor musical una de las salidas más plausibles cuando no sonríe la suerte en tareas de cantante y/o compositorpara grupos o solistas de una nueva hornada, se cobijaría en realizar distintos cometidos dentro de la construcción. Con la misma modestia que razonaría sobre la volatilidad que embarga al artista musical, Sixto se replegaría hacia esos “cuarteles de invierno” en forma de reparaciones varias para un sector especialmente sacudido por la crisis al cambiar de centuria. Allí obtuvo su supervivencia laboral y, a la postre, garantizar la manutención de una prole compuesta por su mujer y sus tres hijas, Eva, Regan y Sandra Rodríguez. Ellas son algunas de las protagonistas que desfilan por el documental de Bendjelloul, recalcando la hija mediana Regan de que, a pesar de las penurias económicas, Sixto las alentaría en el conocimiento de la cultura, visitando museos, bibliotecas y pinacotecas localizadas en la ciudad de Detroit. Trazas de una humanidad que se va colando en cada uno de los fotogramas de este Searching for a Sugar Man, configurado en su arquitectura visual a golpe de trávelings laterales que recorren esos ambientes marginales de Detroit donde la guitarra y la voz de Sixto se podían oír en algunos de sus garitos. Unas composiciones que operan a pie de obra, de aires de dylanianos, incapaces de someterse al dictámen de las modas. De ahí que las letras de Cold Fact (1970) y Coming from Reality (1971) sigan mereciendo el favor del aficionado del siglo XXI, la de un registro intemporal que parecía, paradojas del destino, haberse borrado de no haber mediado el “milagro” del (re)descubrimiento de su música en Sudáfrica en periodo finisecular. La coyuntural cultural, social y política propiciaría que temas como “I Wonder” alcanzaran categoría de himnos entre la juventud sudafricana preferentemente de raza blanca. El insignificante peón de la música pasaría, pues, a convertirse en ídolo de masas, pero todo ello no comportaría que su nivel de vida sufriera una radical transformación. Sixto llegaría a vender más de medio millón de copias de sus discos, pero los suculentos dividendos generados con semejantes cifras no tuvieron traducción en sus bolsillos. La indignación no se apoderaría de él; más bien, su temperamento calmo le llevaría a vivir esos momentos mágicos en Sudáfrica, sin reparar en la posibilidad de un comeback que certificara la categoría de sus primeros trabajos discográficos. Searching for a Sugar Man preserva el carácter indómito, enigmático, harto singular de Sixto Rodríguez, quien una vez se apagaron los ecos de su experiencia sudafricana, regresaría sobre sus propios pasos a su Detroit natal, viviendo en la frontera de la exclusión social. Un musicólogo con hechuras de investigador le siguió la pista hasta las confines de la ciudad de Detroit. Él no había muerto como algunas especularían al no saberse nada más de Sixto después del fiasco comercial de Coming from Reality. De esta forma, se levantaría acta de una leyenda que sigue entre nosotros, buscando quemar sus últimos años sobre los escenarios hace pocas fechas visitó el Poble Espanyol de Barcelona donde le aguardaban una importante colonia de fans de nuevo cuño, pero sin perder de vista una modestia que prende en el alma. La buena música no engaña porque va directamente al corazón. Ese corazón que me dictaba al salir de la sesión sabatina de los Méliès, hacerme con los dos discos compactos que jalonan la corta pero vitaminada discografía de Sixto Rodríguez. Todas sus canciones suenan a retazos de una realidad que surcan las aguas de un torrente de humanidad llamado Sixto Rodríguez. Ha sido un placer descubrirte. God bless you.    

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