miércoles, 2 de abril de 2014

«LA CASA Y EL CEREBRO» de Edward Bulwer-Lytton: MUNDO SOBRENATURAL EN LA ÉPOCA VICTORIANA

A lo largo de la segunda mitad del siglo pasado el mercado editorial español sería capaz de asimilar numerosas publicaciones de Los últimos días de Pompeia (1834) bajo distintos sellos. Al hilo de los datos que ofrece el Ministerio de Cultura, la última de las ediciones servidas en lengua castellana sobre la novela de mayor arraigo popular de Edward Bulwer-Lytton (1803-1873) data de 2003. Con el cambio de milenio se iría abriendo el abanico de obras confeccionadas por Bulwer-Lytton que trataban de buscar refugio fuera de la alargada sombra de Los últimos días de Pompeia que había escrito a los treinta y un años. A lo largo de los cuarenta años siguientes, el escritor británico daría acomodo a una extensa relación de narraciones cortas, novelas y ensayos, labor que compartiría con su quehacer político. En ambos frentes se movería Bulwer-Lytton mientras sus compromisos conyugales y familiares caminaban con suerte dispar. Así, a finales de la década de los 50 del siglo XIX el temperamental Bulwer-Lytton crearía un relato circunscrito en la época victoriana envuelta de espectros. Bautizada The Haunters and the Haunted, su título asimismo se conocería por The House and the Brain, cuya traducción directa arrojaría el de La casa y el cerebro (1859). Impedimenta confeccionaría a finales del pasado año otra vuelta de tuerca referida a su adscripción a la literatura anglosajona al publicar La casa y el cerebro, en una edición que apenas se contabilizan un centenar de páginas. Tamaño suficiente, en todo caso, para entender el porqué Bulwer-Lytton exhibía músculo narrativo en una plaza ciertamente distinguida de la época, la de un Londres arbolado de grandes talentos literarios entre los que se cuenta por derecho propio su coetáneo Charles Dickens (1812-1870). La amistad mantenida durante mucho tiempo entre Dickens y Bulwer-Lytton conllevaría que se intercambiaran sus propios manuscritos antes de ir a imprenta. De tal suerte, por ejemplo, el autor de Los últimos días de Pompeya sugirió a Dickens un final alternativo para Grandes esperanzas (1859). Lejos de mostrarse remiso a aceptar la sugerencia, Charles Dickens accedió de buen grado a rectificar un final que, según la plana mayor de analistas de la obra del famoso escritor, hacía justicia al desarrollo de la narración. Curiosamente, Bulwer-Lytton lidió con el final de su propio texto The House and the Brain, ya que si bien en su primera publicación en la "Blackwood’s Magazine" 1859se podía leer en su integridad, años más tarde aparecería en el mercado una versión sustancialmente reducida. La “línea de corte” la localizamos en el capítulo que arranca con un elocuente «Pero mi historia no ha terminado...». Al parecer, según indica en la introducción biográfica del personaje Arturo Agüero Herranz a la sazón traductor a la lengua de Dámaso Alonso de The House and the Brain, Bulwer-Lytton quiso evitar a toda cosa que se establecieran analogías entre este relato de fantasmas y A Strange Story (1862), a punto de ver la luz cuando su autor encaraba el cumplimiento de su sesenta aniversario. Afortunadamente, la edición que nos ocupa cuenta con la integridad del relato. Con todo, estamos ante un texto de poco más de ochenta páginas, francas a ser degustadas, parafraseando a Ray Bradbury, mucho después de medianoche, en un horario donde los miedos interiores alcanzan nuestro intelecto y nos dejamos abrazar por los dominios de lo sobrenatural... En este sentido, La casa y el cerebro cubre las expectativas, perfectamente encardinada en el concepto de ghost story sostenida sobre un discurso relativo a esa ciencia que busca respuestas sobre asuntos que escapan a la comprensión. Una fenomología sobrenatural que recorre de principio a fin un sustrato narrativo hilado con maestría por Bulwer-Lytton, sirviendo para Henry James de interesante muestra para que varias décadas más tarde el subgénero de fantasmas alcanzara uno de sus puntos culminantes con The Turn of the Screw (1898). Por aquel entonces, el que fuera Barón de Lytton seguía encadenado, a efectos de reconocimiento popular, a Los últimos días de Pompeya. Aún quedaba, pues, por ordenar su excelsa colección de textos, desde la novela de anticipación The Coming Race (1871), traducida como La raza futura constituida en todo un referente para una organización secreta alemana, gérmen del pensamiento (sic) ario hasta Zanoni, o el secreto de los inmortales (1842), un relato publicado por Valdemar en 2011. Una editorial que, a buen seguro, aspiraba a registrar The House and the Brain en alguna de sus antologías integradas en el fantástico. Nuevamente, Impedimenta anduvo diligente al incorporarla a un catálogo que ya sobrepasa los cien títulos en algo más de seis años de actividad frenética comandada con señorío por Enrique Redel. Todo un logro en tiempos de crisis.

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