sábado, 30 de julio de 2016

EL «SACRIFICIO» FRENTE A LA RUI-NA: ADIÓS AL INDEPENDENTISMO «EXPRESS» DE CATALUNYA

En el tablero del análisis político en el estado español las interpretaciones están al cabo del día, pero sí que ha merecido cierto consenso que el Brexit tuvo una incidencia (mucho) mayor en los comicios electorales del pasado de junio pasado, siendo claramente perjudicado Unidos Podemos en su tentativa por realizar un sorpasso al PSOE (Partido Socialista Obrero Español) tal como apuntaban numerosas encuestas que no habían medido el alcance de dicho factor. De tal suerte, el miedo se apoderó de millones de potenciales votantes, apostando en esta ocasión por el «valor-refugio» que supone un partido de “orden” como el PP (Partido Popular) en aras a combatir o contrarrestar todo aquello relativo a erosionar el sentido de unidad de la nación española con la convocatoria de referéndums auspiciados por fuerzas recién llegadas al arco parlamentario, caso de Unidos Podemos y sus confluencias. Ya en las elecciones de finales del año pasado, las del 20-D, Podemos (aún sin su alianza con Izquierda Unida), se mostró firme en la defensa por la celebración de un referéndum en Catalunya pactado con el estado español, al punto que ese fue el principal argumento para que el PSOE declinara la “invitación” del partido liderado por Pablo Iglesias para formar un eventual gobierno de izquierdas, a modo de alternativa a un PP en que Mariano Rajoy se postulaba por segunda vez a ocupar plaza en la Moncloa por un periodo de cuatro años.
    Generalmente, llegamos a conclusiones erróneas cuando solo nos quedamos con el titular de una determinada noticia, máxime en el campo de la política en que el matiz posee un valor incalculable. Así pues, el matiz que cabría hacer al estancamiento de Unidos Podemos del 26-J en relación el 20-D mira inevitablemente hacia la realidad catalana. En mi tierra, En comú Podem (digamos la “franquicia” catalana de Unidos Podemos) obtuvo un incremento considerable de votos que se tradujo en escaños (un total de quince), unos resultados altamente satisfactorios pero que quedaron eclipsados al no haberse cumplido las expectativas que vaticinaban las encuestas en el resto del estado español. La extinta Convergència i Unió, i ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) tomaron buena nota de ello, decidiendo que cabía apretar el acelerador de la “desconexión” del estado español para crear un nuevo país bajo la bandera de una Catalunya independiente y republicana. Siendo conscientes o no de lo temerario de sus actos, la Convergència Democrática refundada bajo las siglas PDC (Partit Demòcrata de Catalunya) y ERC han decidido emprender una huida hacia adelante, aprovechando la debilidad del estado español (aún sin formar gobierno) y de un Parlament de Cataluna presidido por Carme Forcadell, anteriormente cabeza visible de la ANC (Assamblea Nacional de Catalunya, uno de los grupos de presión más poderosos que trabaja a favor de la independencia de Catalunya), perfecta aliada en la deriva nacionalista emprendida por los hombres y mujeres liderados por Carles Puigdemont (PDC) y Oriol Junqueras (ERC). Moviéndose en ese virtual alambre que representa no haber obtenido mayoría de votos a favor de la causa independentista pero sí una mayoría de escaños (un total de setenta y uno si sumamos a la CUP, partido antisistema por definición), Junts Pel Sí (la suma de PDC i ERC) dieron por iniciado el pasado 21 de julio en el Parlament el proceso de “desconexión” con España a través de una votación que provocó la estampida al unísono de PPC i Ciutadans, no dando validez a la misma. El PSC (Partit Socialista de Catalunya) optó por permanecer en el hemiciclo pero sin ejercer el derecho a voto, y Catalunya Sí que es Pot (en representación de la "marca" Podemos pero con las particularidades que da pertenecer a un determinado territorio) participó con un voto de signo negativo. En total, once votos en contra (los de Catalunya Sí que es Pot) frente a los setenta y uno a favor para que Catalunya inicie un eventual proceso de "desconexión" que debería culminar, según el full de ruta de Junts Pel Sí, en diciembre de 2017. Ese gesto, el de participar de la votación por parte de Catalunya Sí que es pot, no resulta baladí a los ojos de muchos catalanes que apostamos por el dret a decidir (el derecho a decidir), aunque no estemos por la labor de que fructifique una Catalunya Independent.    
    Es evidente que en los próximos dieciocho meses pasarán muchas cosas que comprometerán directa o indirectamente a las aspiraciones independentistas de un importante sector de la población catalana que confían el voto en las urnas a Junts Pel Sí y a la CUP. No es menos cierto que el “sacrificio” de Unidos Podemos por seguir perseverando en la celebración de un referéndum pactado con el estado español, a costa de perder por el camino un caladero de votos que les hubiera resultado imprescindibles para superar en votos y quizás escaños al PSOE, tiene su contrapartida en el inexorable avance de Catalunya Sí que es Pot. En este punto reside la clave del porqué la RUI (Referèndum Unilateral d' Indepèndencia) fracasará en su tentativa al ser observada por buena parte de la población catalana conforme a una maniobra ejecutada “a la desesperada” articulada por Junts pel Sí y la CUP, sabedores ambos partidos o congloremado de partidos que en los próximos comicios electorales a celebrar en Catalunya, la formación que lidera Lluís Rabell, a unos meses vista, estaría en situación de aproximarse a los veinte escaños en el Parlament, (casi) doblando los once escaños con los que cuentan en la actualidad. Por consiguiente, la balanza se decantaría claramente por una mayoría no independentista en el Parlament de Catalunya en escaños y en votos. La paradoja de todo ello es que para los que proclaman a los cuatro vientos lo pernicioso de Unidos Podemos para el bien de la unidad de España será la clave, a través de su “franquicia” Catalunya Sí que es pot para desbaratar el independentismo. Precisamente, los que más siguen atacando a Unidos Podemos por dinamitar la unidad de España, esto es el Partido Popular y Ciudadanos, han sido los que más han contribuido a un crecimiento de un independentismo con los pies de barro, en que a sus máximos impulsores se les ha visto el plumero al querer apretar el acelerador sabedores que por el retrovisor se postulaba un partido, Catalunya Sí que es pot, que apuesta más por el seny que por la rauxa. No me cabe duda, que Junts Pel Sí y la CUP lanzarán en los próximos meses dardos envenenados a  Catalunya que es Pot, pero el saber estar de sus dirigentes resultará un valor añadido para que una parte de la población catalana deje de abrazar una quimera y apueste por una vía presidida por la sensatez y la cordura. Solo así, no sé si dentro de veinte, treinta o cuarenta años, habrá un referéndum acordado con el estado español, signo inequívoco que éste alcanzaría una madurez democrática pareja a la demostrada por Gran Bretaña o Canadá.  

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