sábado, 17 de diciembre de 2016

«LECCIÓN DE ALEMÁN» (1963) de SIEGFRIED LENZ: EL CLÁSICO «OCULTO» DE LA LITERATURA GERMANA

Para la inmensa mayoría de lectores de nuestro país la literatura alemana sigue siendo una auténtica desconocida más allá de la obra de algunas personalidades bien significativas a escala mundial. A las puertas del siglo XXI, Günther Grass recibió el Premio Nobel de Literatura y con ello el repunte de ventas de determinados textos suyos cumplió, una vez más, esa inveterada tradición no escrita. Mas, su muerte acaecida en 2015, devolvió a la figura de Grass a un plano de actualidad, yendo de la mano de una polémica por su presumible pasado vinculado al nacionalsocialismo mucho antes de convertirse en un literato de fama mundial. En cambio, la noticia del deceso un año antes de Siegfried Lenz había pasado absolutamente desapercibida en los medios de comunicación españoles, en cuyas redacciones debían fruncir el ceño al unísono cuando aparecía en alguna página de un diario digital allén de nuestras fronteras su nombre. Esta realidad sería bien distinta en Alemania, ya que Siegfried Lenz se le relaciona sobre todo por haber escrito Deutschstunde (1968), novela de lectura obligada en las escuelas germanas de grado medio. A modo de aperitivo, el sello Impedimenta había publicado en 2014 El barco faro (1960), cuya adaptación a la gran pantalla, como detallo en mi escrito para el portal www.cinearchivo.net (ver enlace), fracasó en taquilla pese a lo atractivo de su reparto y de un director, el polaco Jerzy Skolimowski, con pedigrí de cineasta de culto. Con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores Alemán para su traducción una labor titánica a cargo de Ernesto Calabuig Impedimenta ha acometido en el otoño de este 2016 la publicación de la Opus Magna de Lenz, Lección de alemán, en una firme voluntad por otorgarle el rango de importancia que no pudo merecer en vida, cuanto menos, desde la perspectiva de la edición en lengua castellana.
    “Eterno” aspirante al Premio Nobel de Literatura distinción que, además de Grass, recibió HeinrichBöll en 1977, para los que fueron dos de sus compañeros de generación integrados en el denominado Grupo 47, Lenz demuestra con una sola pieza literaria, Lección de alemán, el alcance de su maestría en una narración extremadamente detallista, precisa, llena de brillo en el uso de las expresiones que inflexiona hacia lo alegórico (un trazo distintivo de El barco faro) y que convierte, en definita, la escritura en arte. Lo hace a través de un personaje, Siggi Jepsen, recluído en un reformatorio durante veinte años de su existencia, quien al cabo de los años 1953vuelve la mirada hacia ese periodo oscuro, que arranca en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, este efecto de flashback responde bien a los estímulos de un relato cinematográfico, pero la dificultad estriba en reproducir ese puzzle de mil piezas que incrimina a una compleja telaraña de de sentimientos, pensamientos, reflexiones contraidos por ese narrador omniscente que es Siggi Jepsen, implicando no tan solo a su entorno familiar (su hermano Jasp, su padre, un policía de la localidad de Rügbull, etc.) sino al conjunto de individuos que forman parte del reformatorio y asimismo el pintor Max Ludwig Nansen, a quien las autoridades nazis confiscan su obra y le privan de seguir ejerciendo su trabajo diario. Inapelablemente, tamaña decisión define el rumbo que persigue una novela manufacturada cuál orfebre por Lenz, con una capacidad “sobrenatural” por trascender la fotografía de un preciso instante y capturar cualquier partícula en suspensión que implique al alma de unos individuos que, al fin y al cabo, nos sirven para medir sus sufrimientos, sus anhelos, el alcance de sus frustraciones y sobre todo, desde un plano sociológico, identificar los puntos de sutura de un cuerpo, el de la Alemania de postguerra, que conllevó un desgarro generacional y que afectaría al sentido de la identidad nacional. Tras la edición de Lección de alemán no cabe otra que seguir apostando por la publicación de textos escritos por un prosista de primera división, entre otros, la que se adivina su opera prima Der Überläuter (El desertor, en su traducción al castellano), obra desconocida hasta este año que hecha el cierre con la buena nueva de haber corregido un deber histórico para con la obra de Siegfried Lenz. Pasos necesarios para dar luz a una obra equiparable, desde el punto de vista de la calidad literaria, a la de Günther Grass, cuya El tambor de hojalata (1959) ejerció una notable influencia sobre Lección de alemán. Sendas piezas literarias que participan de la condición de Clásicos de las Letras Alemanas.     

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