Si hay un olor característico de la festividad
de Sant Jordi es el de las rosas. A diez días de la celebración de la Diada de
Sant Jordi, el auditorio que lleva el mismo nombre, sito en la ciudad Condal,
acogió el arranque de la gira Us + Them capitaneada por Roger Waters,
incorporando al set list el tema Smell of Roses, perteneciente al último
disco en estudio del legendario miembro de Pink Floyd, Is This Life We Really Want? (2017). Un título que lleva
incorporado un interrogante para una propuesta musical sembrada de figuras
alegóricas, como ese olor de rosas
que trata de corregir, a modo de mecanismo de autodefensa, la realidad de un
mundo que hace tiempo ha entrado en “estado de pánico” al albur de
totalitarismos camuflados de democracias del siglo XXI. «Wake up / Wake up and smell the
roses / Close your eyes and pray this wind don't change / There's
nothing but screams in the field of dreams» («Despierta / despierta y huele las
rosas / Cierra tus ojos y reza que este viento no cambie / No hay nada más que
gritos en el campo de los sueños») reza una de las estrofas de uno de los doce
temas que jalonan Is This Life We Really
Want?. Gritos de júbilo se registraron entre
el público en ese campo de los sueños
que se convirtió para un servidor el Palau de Sant Jordi la pasada noche del
viernes 13 de abril de 2018 y, a buen seguro para mi mujer Esther con la que
pude compartir una velada mágica. Apostados prácticamente en primer línea (la
ocasión lo merecía) dos horas antes del concierto, con un ligero retraso a las
9.20 de la noche Roger Waters, el maestro de ceremonias, daba inicio a la gira
europea de Us + Them, en alusión a la pieza maestra integrada en el álbum Dark Side of the Moon (1973). El mismo
no faltaría en el repertorio musical que nos brindó Waters y su banda en el
ecuador de la segunda parte del concierto. Al compás de este tema compuesto por
Richard Wright desvié un pensamiento para el finado teclista de Pink Floyd, del
que aún conservo en la memoria su imagen del concierto celebrado en agosto de
1994 en el Estadi Olímpic, a escaso medio millar de metros del Auditori de Sant
Jordi. Dos emblemáticos emplazamientos ubicados en la montaña de Montjuic, allí
donde se iluminaron los corazones de muchos de nosotros en un concierto que
jamás olvidaré, en que Roger Waters dio una master
class de cómo un músico sabe corresponder a un público ecléctico, buena
parte militantes de base del rock
sinfónico y otros que han recogido el testimonio de padres, tíos e incluso
abuelos de esas escuchas de los discos de Pink Floyd, preferentemente los
fechados en los años setenta. De ese legado musical hubo una amplia
representación en el set list, siendo
uno de los high point de la velada la
puesta de largo de algunos temas de Animals
(1977) con una escenificación que es una evocación a La rebelión en la granja de George Orwell, en que parte del lineup y el propio Waters se acomodan
una careta de cerdo para regocijo de un público ya decididamente entregado.
Otros pasajes orwellianos se dieron
cita en el Palau de Sant Jodi, con la proyección de dirigentes políticos cuyas
decisiones han comprometido al futuro de la humanidad, llevándose la palma en
el envite la imagen de Donald Trump, una suerte de monigote en las manos de Terry Gilliam
en su etapa Monty Python. No hay mayor afrenta para Waters que un político que
tenga entre ceja y ceja crear un muro que divida países en el nuevo milenio. De
ahí la ira del miembro de Pink Floyd (me niego a pensar en términos de ex; él
seguirá siendo una pieza basal de un sonido inifinidad de veces imitado, pero
siempre es preferible el original) para con el máximo mandatario de la Casa
Blanca, quien esa misma madrugada mandó lanzar las bombas “inteligentes” a
determinados enclaves estratégicos del régimen de Siria. A modo de epifanía («Mother do you think they'll drop the bomb?» / «Mamá, ¿piensas que tirarán la bomba?»), Waters nos
obsequió con el tema Mother de una de
las Opus magna de los Floyd, The Wall
(1979), instantes antes de concluir su repaso a los miembros de la banda, con mención especial para las polifacéticas Jess Wolfe y Holly Leasing (a pesar de lo blanquecino de sus pieles, poseídas de unas poderosas voces negras, a juego con los vestidos que lucían), y un guiño a su otrora compañero David Gilmour, al equiparalo con la imagen
setentera del guitarrista Jonathan Wilson. Para sus adentros, el frontman británico debió pensar «When We Were Young», parafraseando el título de obertura del postrer álbum de
Waters, del que pudimos escuchar cuatro de sus temas de un espectáculo de
primera magnitud cuya guinda la puso Confortubly Numb. The Wall again. Mientras queden muros
por derribar, Mr. Waters seguirá en activo con su juego de guitarras, un
renovado entusiasmo y un amor incondicional por la música. Aquella capaz de
apelar a los sentimientos y a permanecer vigilante ante las atrocidades que se
cometen en un planeta sometido al dictamen de las guerras en cuyo fondo subyace
el poder del dinero y el control de las masas. Leit motivs de un discurso
musical que no parece tener fin en el ánimo de Roger Waters, con quien pude
chocar los puños en el momento que abandonó el escenario y decidió hacer un
acto de agradecimiento al público que ocupábamos las primeras filas de un
auditorio casi lleno hasta la bandera en gran parte de su aforo con cabida para
unas veinte mil personas. Lejos de dosificarse, Roger Waters, a sus setenta y
cuatro años, se entregó hasta el último aliento en un concierto que concluyó justo a
medianoche. Tocaba, pues, que cada uno de nosotros desfilara hacia sus
respectivas carrozas de oro. Habíamos
vivido nuestro particular cuento de hadas en ese sueño de una noche de
primavera mientras nos hacíamos la pregunta: «Is This the Life We Really Want?». La respuesta para un servidor no se hacía
esperar: «con conciertos como éste, rotundamente sí».
Existe vida después del cine. Muchos me vinculan a este campo. Este blog está dedicado a mis otros intereses: hablaré de música, literatura, ciencia, arte en general, deportes, política o cuestiones que competen al día a día. El nombre del blog remite al nombre que figura en mi primera novela, "El enigma Haldane", publicada en mayo de 2011.
sábado, 14 de abril de 2018
ROGER WATERS, US + THEM EUROPEAN TOUR ‘018: EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE PRIMAVERA
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